La partida de un ser querido es un vacío que nunca sanaremos, no obstante aprendemos a vivir con esa herida que evitaremos con buenos recuerdos que conservamos siempre en nuestro corazón.
Primeramente es importante considerar que somos seres sociales y afectivos, y la unión que llegamos a establecer con nuestros padres es tan íntima que, cuando acontece la pérdida, se fragmentan muchas dimensiones de nuestro interior.
El duelo es el proceso personal por el cual llegamos a aceptar la pérdida, las fases que se transitan, suelen ser las siguientes:
- La negación
- La rabia
- La negociación
- La expresión del dolor emocional
- La aceptación
A pesar de que estas son las etapas más comunes, hemos de entender que cada persona lo afrontará de un modo. Con ello, queremos decir que no debemos ofendernos si un hermano u otro familiar parece no estar afectado o reacciona de forma muy exagerada. El dolor se canaliza de formas muy distintas y no todos somos igual de hábiles para gestionarlo.
Se trata sólo de encontrar el propio "canal", el que más te alivie. Hablar con las personas más cercanas, permanecer en soledad, mirar fotografías y llorar cuando se necesite.
La necesidad de volver a sonreír para honrar la memoria de nuestros padres.
La pérdida de nuestros padres nunca se termina de superar, porque es la herida de nuestras raíces. No obstante, aprenderemos a vivir sin ellos y nos permitiremos ser felices de nuevo siempre y cuando tengamos en cuenta estos aspectos:
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Nuestros padres jamás desearían que viviésemos dominados por la tristeza. Puede parecer duro, pero es necesario que volvamos a sonreír por ellos y que nuestra felicidad de hoy sea un modo de honrar su recuerdo.
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No dudés en llenar tu mente de hechos positivos del ayer, de momentos enriquecedores que te ofrezcan fuerza y aliento.
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Los grandes momentos que llegaste a compartir con ellos son regalos emocionales que, a su vez, debés transmitir a tus hijos, sobrinos o gente cercana. Son un legado de amor y afecto que nos hace crecer como personas.
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Aprendé a vivir el presente, a disfrutar de tus personas queridas con plenitud y sinceridad.